Ayer, por enésima vez, me
golpearon, 19:00 aproximadamente, un sitio concurrido en el centro de Murcia. Como
es costumbre me hice una bola en el suelo.
Un “rastafari” me golpeó con
la mano abierta en un par de ocasiones, mientras miraba un “rockabilly” que diez
años atrás también lo había hecho, ayudando a un “redskin”, creo recordar que
hice un comentario jocoso relacionando calvicie y estética skin. Pero en esta
ocasión, ayer, nadie vino a ayudar, ni al “rastafari”, ni a mí. Me explicó sus
motivos, otra vez por algo dialéctico, políticamente incorrecto que dije, y
listo. Así funcionan en Murcia pienso.
Me gritaba mariconazo con los ojos fuera de órbita
repetida veces, algo que me desconcertó más aún, por el contenido explícitamente
homofóbico, no podía creer que alguien utilizase como insulto. Como si mi identidad
o tendencia sexual pudiese ser una ofensa. Dónde quedó el tonto o memo…aquellos
tiempos.
Sólo hace unos meses un “hipster”
me rompió la nariz por forcejear por el cartel de prohibido fumar que acababa
de arrancar. Terminé de colocarme la nariz, mejor hacer estas cosas enseguida, y
luego lloré durante horas por no encontrar motivo que llevase a realizar
semejante disparate a nadie. Conforme llegué a casa, realicé un vídeo
explicando lo sucedido, siempre desde mi punto de vista, que retiré por
amenazas y chantajes emocionales por parte de allegados, todo queda en familia
y amigos de toda la vida.
La persona que me agredió ayer,
hablaba del vídeo en voz alta de forma chistosa con “jipis” en el banco del
parque después de dar la torta, algo como: “Ahora haces un vídeo de esto”. Me
recordó al artículo de Yafar, detenido 161 veces hasta el momento de escribir
este.
Pues pasadas las horas, y para
no molestaros con otro vídeo tutorial de cómo ser patético online, se me ocurre
escribir estas líneas, sin dar nombres por supuesto, tan sólo etiquetas de
tribus urbanas, que no tienen porque corresponder con la realidad. Después de
todo, eso quedó en la adolescencia, ¿no?
Nada me empuja a denunciar, ya
que los primeros que me golpearon de forma pública en 1997 fueron policías locales
murcianos, por mis comentarios del tipo: soy un contribuyente más del que
cobran su sueldo y por qué no rescatan gatitos asustados de lo alto de un árbol.
Tampoco veo la forma de contestar de forma violenta,
no encuentro sentido alguno, e imagino iría a peor, en cambio, creo que si sería
capaz de una carrera en bicicleta o jugar un partido de bádminton, y no tanto,
si mi motivación es la supuesta conservación del orgullo, hombría o virilidad,
entonces, sería incapaz, no podría parar de reír. Quizá una competición de
chistes…
Así pues, sólo me queda como
desahogo, la realización de objetos escultóricos, vídeos, dibujos y escritos
anodinos.
Después de golpearme, me señalaba con el dedo, que interpreté de
forma subjetiva, quise ver como reproducía
algo de lo que se había alimentando toda
su vida. Como si fuese una tradición: familiar, cultural endémica o bien
social. Algo que cumplir sin saber muy bien por qué.
Mi conclusión, casi como
veredicto propio, culpo a la testosterona y sus formas patriarcales, donde me
incluyo, de todo este mal.
¿Qué empuja a las personas a
golpear a otras? Podría extrapolar el contexto: guerra, homofobia, misoginia,
xenofobia o racismo…
Por muchas vueltas que le doy,
no consigo entender que impulsa a una persona a ejercer la violencia física. Para
mí, lo traumático es la desesperanza de no comprender a quien me agrede de
forma corporal y que esta insista en poder cambiar algo de esta manera.
Y así, continuaría… ¿por qué? ¿por
qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?...en fin. Buenas tardes y recuerden mantener
la boca cerrada, no recurrir a la violencia y beber alcohol con moderación.
Zeroanodino. 2014-04-30
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